HISTORIA

Recién había llegado el otoño al barrio, las primeras hojas amarillas inundaban las calles del reducto era el 6 de abril de 1919 y allí nacía un amor tan hermoso y tan infinito que ni el más positivo de esos jóvenes visionarios lo pudo haber imaginado…

La historia comenzó como prólogo de los años veinte. Primero en el fondo de algún patio de san martin, después en un campito en el corazón del Reducto por la actual intersección de la calle García Morales, donde se erige el Vilardebó, por allí se fueron sucediendo las primeras apiladas, las primeros corridas, los primeros trancazos y por supuesto los infaltables primeros líos.

 

Primero fue Yuyito F.C., luego adoptamos el nombre de otra de las calles del barrio, Guaycurú, hasta que el sentido de pertenencia fue tal y, acaso seducidos por el esplendor que tiene su nombre llevado a la fama por nuestros hermanos de Avellaneda y París, el “Racing” quedó estampado para siempre en el oído de cualquier seguidor del fútbol uruguayo, porque así nació nuestro amor primero, así nació nuestro amor eterno, porque así nació nuestro Racing Club de Montevideo.

Fue el 6 de Abril de 1919, el día en que quedó registrado el nacimiento de manera oficial, y fue la añeja estación de San Martín y Guadalupe que nos regaló los colores que hasta el día de hoy perduran… en ese lugar se guardaba el tranvía de caballitos, el último que llegó a transitar por Montevideo, llevando el verde y blanco por la ciudad.

 

Cuentan por ahí que los apodos llegaron muy rápido… Racing pasó a ser el equipo de los “cerveceros” (allí estuvo la vieja cancha, frente al Colegio Poveda y por supuesto: la célebre Cervecería), a despecho que, con el paso del tiempo y a favor del sentimiento que acompañó a sus travesuras fútboleras, el “cervecero” paso a ser “la academia”, como consecuencia de las clases de fútbol bien jugado que despegaba en las canchas, más allá del resultado y a pesar del encumbrado rival de turno…

Luego llego el año 1942 y con el nuestra última mudanza pues ese año llegamos a Sayago, nuestro hogar: el Parque Osvaldo Roberto.

A través de los años que se sucedieron, el trabajo, la ideología, el romanticismo o tal vez simplemente el destino se fueron impregnando en nuestra sangre para regalarnos ese hermoso lustre de tener un modo tan particular y lírico como vulnerable.. de plantear el juego en cualquier cancha.. en cualquier divisional y ante cualquier rival.

Pues sí nació nuestra identidad, nuestra huella dactilar, nuestra esencia y nuestra voluntad… de disfrutar la existencia casi lúdica de nuestro equipo, en un profesionalismo de dientes apretados, ceño fruncido y exigencias que solo admiten la victoria. Ganar de cualquier forma y manera, a como de lugar y a cualquier precio… nuestra identidad de escuchar un grito que los años y la evolución del deporte no pueden eliminar de las gargantas de cualquiera de los hinchas y que se hace eco cada fin de semana en las canchas donde juegue “la escuelita” ese …”juegue Racing, juegue”… tan atípico en el paladar de los hinchas de nuestro metedor fútbol uruguayo, pero tan familiar para nosotros, los enamorados, los sufridos, los románticos, los líricos y los fanáticos, nosotros; Los fieles hinchas del viejo Racing de Sayago..

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